No es una fantasía. Mucho menos una especulación. El alma, la cual no se puede ver ni pesar, ni, por ahora, comprobar en forma científica su existencia (Ver Evangelios Sotroc EL ALMA DE LOS ANIMALES y ¿QUÉ ES EL ALMA?, entre otros) es energía mutable. Eso no admite discusión.
La mayoría de los seres humanos, católicos y no católicos, creen que sus cuerpos albergan la mencionada alma y que esta es parte de su ser, pero que al morir se esfuma, abandona los despojos mortales en forma etérea. Si es así, y ciertamente lo es, entonces no cabría la menor duda de que el alma es energía. Un tipo de energía aún desconocida por los humanos y, al ser sustancia sutil y volátil, pronto comienza a vagar por el cosmos.
En su peregrinar por el espacio infinito esa alma, por diminuta o grande que sea, se reúne con otras almas, miles de millones de ellas, de contenido químico-físico idéntico. Al estar todas juntas forman nubes de energía pura y renovable. Un tipo de energía depurada y benigna, la cual con el tiempo y gracias a la ciencia humana, será transformada y almacenada con intenciones terapéuticas dirigidas a la sanación de enfermedad muy dañinas y para combatir virus altamente mortales que están por aparecer y azotar al planeta tierra.
Sí, pensaron bien. Ciertamente es una energía divina. Igual a la energía que santos, ángeles, arcángeles y seres bañados por luz divina desprenden desde su coronilla y son visible a la vista humana detrás y alrededor de sus cabezas.
Esa energía, una vez que pueda ser domeñada y controlada, servirá para conducir a la humanidad por derroteros espirituales que los hará alcanzar una Tierra Nueva, la cual ya está “anunciada” en nuestra cadena cromosómica y escrita con tinta indeleble en el ADN humano, animal, vegetal y mineral.
En tal sentido, comenzarán a nacer por todo el orbe una nueva especie de niños: Los Niños Luz. Serán seres de una inteligencia espiritual súper avanzada y ética y moralmente alejados de los principios materialistas que desde hace miles de siglos están llevando a la humanidad hacia el despeñadero más absoluto y a su auto y total destrucción.
Desde hace aproximadamente quince años, los Niños Índigo y los Niños Cristal han estado abriéndoles el camino a los Niños Luz. Para su aparición y revelación en la Tierra falta poco. Quizás apenas otros quince años. O, en todo caso, cuando los Niños Índigo y Cristal cumplan sus 33 años de aparición sobre nuestro planeta.
Los Niños Luz no deberán ser vistos como seres excepcionales, sino como simples personas muy espirituales. Ellos pueden nacer en cualquier parte del mundo y cualquier madre común y corriente podrá gestarlo. Los habrá de todos los colores y razas y su anatomía será diversa entre unos y otros, pero tendrán un único denominador común: la Tierra Nueva. Entre ellos no habrá líderes ni guías. Todos serán iguales, sin importar edad ni sexo. Su misión fue escrita en su ADN mucho antes de nacer. ¿Por Dios?... Es muy posible… ¿Usted lo duda?
© Diego Fortunato
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