Unos están encima de nosotros, otros debajo. Nunca se ocultan, conviven con nuestro mundo. Sólo en extrañas y anormales circunstancias se entremezclan con nosotros. Y cuando lo hacen buscan despavoridos y desesperadamente regresar a sus mundos. A veces quedan atrapados por muchos años, muchísimos años, en raras ocasiones hasta siglos, muchos siglos. Son seres de nuestros Mundos Paralelos. No sólo hay uno sino varios, a los cuales no podemos ver ni sentir. Sólo pocas personas tienen la capacidad de percibirlos, otros, muy escasos, de verlos por instantes y comunicarse con ellos. No son Mundos del Más Allá, sino del Más Acá, porque están con nosotros y hacen su vida diaria tan igual a nosotros. Tienen sus luchas internas y sus intereses y hasta sus propias guerras, a las cuales a veces nosotros percibimos bajo los descritos fenómenos del tiempo-espacio. No a los grandes huracanes, maremotos y ciclones, que también los afectan a ellos, sino a los del planeta Tierra y de todo el universo, como la expansión y crecimiento de las galaxias y reducción de los continentes, así como a la sistemática e inevitable desaparición de costas e islas sobre la tierra porque todo será, nuevamente, imperio del mar. El hombre y el planeta van juntos en perfecta y simétrica proporción. Tal como el planeta Tierra es ochenta y cinco por ciento de agua, así es el ser humano. Pero esas proporciones variarán dentro de poco y tanto el mar como el hombre regresarán a su noventa y cinco por ciento de agua. El perfecto equilibrio para que todo vuelva a comenzar y el ser humano pueda “arar” en pos de una Tierra Nueva.
Pero volviendo a nuestro Evangelio, revelaré que no sólo hay un Mundo Paralelo, sino de muchos. No sé cuantos y todos están habitados por seres que no vemos. Algunos de ellos sí nos ven a nosotros y hasta caminan con nosotros, muy juntos a nuestras sombras. Otros conviven en nuestros propios hogares y oficinas. Unos son protectores, otros espíritus burladores, hostigadores y maliciosos. Los de los apartamentos y grandes construcciones son en su mayoría malévolos porque pertenecen a almas atormentadas y plañideras que vagan entre nuestros muros en busca de descanso. Hay también Mundos Paralelos donde los seres que lo habitan se ven en negativo. Como la imagen de un negativo de fotografía en blanco y negro, pero se mueven, hablan, viven y se reproducen. Esos seres sufren y mucho, porque sus pensamientos son muy negativos, depresivos y apocalípticos. De hecho no son malos, sino seres atrapados en sus mentes, por sus ideas obsesivas que les hacen ver todo oscuro. Su cielo también casi siempre es oscuro, casi negro, como a borde de tormenta, igual que sus noches, que son de un negro azabache fúnebre, tan mortuorio como los pensamientos de los que viven en ese mundo.
Su población, la de casi todos los Mundos Paralelos es tan grande como la nuestra. En algunos casos superior en miles de millones de habitantes. Hay mundos pequeños y muy microscópicos, que nos quintuplican en escala de millón a mil habitantes y están entre nosotros para cuidarnos, para proteger nuestra salud. Hay otros menos grandes que están entre nosotros para destruirnos. Hay Mundos Paralelos poblados por seres de las mismas características físicas nuestras a los cuales no podemos ver. Ellos sí a nosotros. A veces nos aconsejan, cuidan y susurran al oído. Son los que los seres de la tierra llamamos conciencia. Esas premoniciones que decimos percibir, ese sexto sentido del que nos vanagloriamos tener. Son esas materias invisibles que decimos ser nuestros protectores, a las cuales también llamamos ángeles de la guarda. ¡Claro qué existen! Los ángeles existen. Están camuflados y caminan entre la gente en las más disímiles formas. Unos toman prestados los cuerpos de un perro, que son los más comunes y la forma más práctica y menos “visible” de estar entre los humanos. Otros se mimetizan en flores, pájaros, árboles, camas, sillas, bastones, paredes, prendedores y hasta en una simple gota de rocío. Aunque en su esencia etérea y divina es, simple y llanamente, la luz. La luz que nos alumbra día y noche. Cualquier luz, aunque sea muy opaca y diminuta. Son seres de luz. Los seres de los Mundos de Luz son buenos y pacificadores. Buscan siempre nuestro bien y protegernos del mal. Siempre están con nosotros, sin importar el aspecto que tomen, porque la misión de ese Mundo Paralelo, de todos y cada uno de sus habitantes, los cuales son educados y entrenados en la disciplina del amor desde que nacen, es la de cuidarnos. De conducirnos hacia la pureza del alma. Unos los logran, otros fracasan estruendosamente, por lo que a veces son reprendidos con amor, misericordia y paciencia divina. A veces se introducen en nuestros sueños y luchan contra los seres de otro Mundo Paralelo que también penetran nuestros sueños con la intención de perturbarlos y distorsionarlos. Cuando la lucha es muy encarnizada, nos hacen despertar sobresaltados y llenos de angustia. Es lo que lo seres de mi mundo, este mundo en el que estoy escribiendo, llamamos pesadillas.
Hay Mundos Paralelos fantasmagóricos que conviven con nosotros, pero no son hostiles. Su misión es la de observar y tener misericordia de nosotros. Son las miles de millones de almas que vagan en el limbo del universo y que los católicos suelen llamar Purgatorio. Ese mundo está lleno de nuestros seres queridos y de los ancestros más ancestrales de ellos hasta llegar a la prehistoria y al inicio de la vida. Se conocen y se ayudan. Se reúnen en comunas y trazan planes para ayudarnos y conducirnos hacia una vida signada por el bien y más placentera en nuestro mundo para que cuando nosotros vayamos a formar parte del de ellos, lo ayudemos con nuestra experiencia terrena. Ellos carecen de tecnología y ciencia, no por no tener las capacidades de utilizarlas sino porque para la conclusión de sus metas no las necesitan. El enriquecimiento del espíritu no necesita de erudición, sino sólo de amor.
Los que si tienen una muy alta y súper avanzada tecnología, las cual es años luz superior a la de nuestro mundo, es el Mundo Paralelo de los Sabios, los cuales experimentan con nosotros como si fuésemos, y de hecho lo somos, sus conejillos de indias. Son tan sabios los seres de ese mundo que tienen la capacidad de materializarse ante nosotros y viajar por apartados lugares del universo en busca de conocimientos y nuevos descubrimientos. Son los Cristóbal Colón del espacio. Muchos los llaman extraterrestres, otros alienígenas, grises o marcianos. A sus carabelas los humanos las han etiquetado con la sigla de OVNI, que quiere decir Objetos Voladores No Identificados.
Hay Mundos Paralelos tan microscópicamente pequeños que viven dentro y fuera de nosotros. O sea, dentro y fuera del cuerpo humano. Hay múltiples ejemplos de ellos, pero hay que significar uno que apenas lleva una década y algo más de ser descubierto por la ciencia terrena, que es el genoma humano, una especie de bitácora universal donde está escrita toda la historia de vida de cada individuo y su herencia desde el principio de los principios. Está enrollada microscópicamente en cada célula y es tan larga que si la ancláramos en la Tierra y comenzaríamos a desenrollarla en forma lineal llegaríamos hasta más allá del planeta Marte.
En el exterior de los cuerpos humanos viven y conviven sin conocerse a ellos mismos Mundos Paralelos en nuestras cejas, párpados, cabellos y pelos del cuerpo. Y, lo más extraordinario, siquiera se conocen o saben que existen estando tan cerca el uno del otro. El Mundo de los Parpados no sabe que existe el Mundo de las Cejas y ninguno de ellos del Mundo del Cabello. Se reproducen diariamente por miles de millones y en su morfología son totalmente diferentes unos de otros. Su aspecto, el de todos ellos, es aterrador, monstruoso. Vistos a través de microscopios electrónicos y fotografiados con un sistema láser muy avanzado y ampliados en sus tamaños originales millonésimas de veces, esos seres que viven y conviven en nuestros cuerpos tienen aspecto demoníaco y fiero. Pero no nos hacen daño. Más bien nos protegen. Nos cuidan de infecciones y enfermedades maliciosas, tanto de nuestros ojos como del cabello. Son necesarios, como necesariamente vitales para la vida humana es el Mundo Paralelo de las Bacterias, que son nuestro sustento de vida. Sin los miles de millones de los microscópicos seres que habitan el Mundo Paralelo de las Bacterias, la vida no podría existir sobre la Tierra. Si ese Mundo Paralelo deja de invadir el cuerpo humano, el hombre y toda vida sobre el planeta se extinguirían en un instante ya que pestes y enfermedades minarían nuestro cuerpo conduciéndonos pronto a una muerte segura e inevitable por carecer de esos anticuerpos vitales.
Hay otros Mundos Paralelos que los humanos llaman inframundos. Son malignos y perversos. De estos hay de varios tipos y clasificaciones. Los microscópicos moran y hacen vida en los laberintos de nuestra mente. Son ponzoñosos y nos aconsejan y seducen a tomar el camino corto y la senda del mal. La mayoría de los seres humanos vivimos en lucha permanente contra ellos con la ayuda de otros Mundos Paralelos. A veces ganamos la batalla. Otra la perdemos. Los que salen derrotados, vencidos por ese mundo de los atajos, las dudas y los miedos, deben ser tratados o recluidos en hospitales especiales. Muchos, con la ayuda de la medicina humana, logran salir del abismo donde lo llevaron los seres de ese Mundo Paralelo y siniestro lleno de demonios no más grandes que una célula. Otros permanecerán en sus tinieblas hasta que mueren.
Dentro del inframundo maligno hay Mundos Ocultos no descubiertos, que algunos llaman la morada del bisabuelo de Satán, que también convive su día a día entre nosotros. Y no es uno sólo como suele creerse sino una legión de ellos, los cuales conforman el Ejército del Mal. Sus familias, integradas por infrahombres, inframujeres y muy pocos infraniños, tienen sus comunas y ciudades satánicas en sitios muy calurosos paralelos a nuestro mundo. Siempre mantienen uno o varios centinelas haciendo guardia permanente en nuestros cerebros. Alojadas en el hipotálamo y tratando de prostituir algunos cientos de miles de nuestras neuronas. Ahí permanecen ocultos, luchando, hasta que consideran que ha llegado la hora de atacar y desquiciar.
Otros, lo más friolentos, moran en las bocas y entrañas de volcanes por las cuales se comunican hasta el propio centro de la Tierra , donde está la morada del Príncipe de las Tinieblas, quien tiene su trono en el centro del magnetismo terrestre. De ahí salen en largas filas y rugiendo cantos endemoniados con sus ejércitos de muerte y odio cuando son llamados a combate a ras del suelo por los que conforman la vanguardia del mal, que nunca dejan de habitar la superficie de la Tierra. Días antes de que sucedan sangrientos conflictos bélicos entre terrestres, avisan a sus ejércitos malignos para que enciendan la chispa que desatará crueles guerras entre humanos. Utilizan sordas y endemoniadas trompetas que sólo se escuchan en su putrefacto inframundo. En sus acordes anuncian el triunfo de la muerte sobre la vida, del odio sobre el amor y de la peste sobre la salud. El caos y las tinieblas es el oxigeno de ese mundo.
Otros Mundos Paralelos hay en la Tierra. Están con nosotros desde el principio de la humanidad y mientras exista un solo aliento de vida ellos permanecerán conviviendo entre nosotros. Cuando todo haya acabado para el hombre, muchos de nuestros Mundos Paralelos actuales seguirán existiendo hasta que un nuevo germen de vida nazca en el planeta Tierra. Otro migrarán a otros mundos similares al nuestro que hay dispersos en la galaxias del infinito universo.
Nunca se producirán guerras directas ni conflictos entre los Mundos Paralelos porque siempre habrá un árbitro Todopoderoso y Omnipotente que no lo permitirá. En ese Mundo Paralelo Todopoderoso únicamente habita el bien y el amor, que todo lo puede y nunca dejará de enseñar a la humanidad el camino a seguir para esquivar y evitar conflictos en todos los demás mundos. Ese mundo está habitado por seres divinos que nos observan con amorosa mirada. A veces intervienen en nuestras vidas en forma tan sutil que no la percibimos. El humano, en su infinita prepotencia y egoísmo, cree que “se salvó” o “lo logró”, gracias a su buen juicio y buena suerte. Pero no es así. Todo el crédito se le debe a ese Mundo Paralelo Todopoderoso que utilizando la fuerza del amor de sus seres nos condujo por el camino correcto. Es el Mundo Perfecto y el mundo regidor de todos los mundos del universo. Gracias a ese mundo es que todavía preexisten y existen todos los mundos en aparente orden y armonía, no a juzgar de mis propios ojos, sino del Todopoderoso de los Mundos, quien sólo tuvo que sembrar una semilla, el de la fe, y la cosecha fue abundante y prolífica para que el orden triunfase sobre el caos en todos los Mundos Paralelos de nuestro mundo y para lograrlo sólo bastó una corta frase: ama al prójimo como a ti mismo. ¿Y qué esperamos nosotros para imitarlos?
Ensayos, por Diego Fortunato
Evangelios Sotroc
Los EVANGELIOS SOTROC consisten en una serie de micro ensayos fantásticos que desvelan realidades desconocidas de nuestro mundo y universo bajo la perspectiva de una lógica elemental, didáctica y evolutiva, partiendo de la premisa de que todo lo imaginable es posible tal como lo dijo Albert Einstein. Quizás, al principio pueden parecer bastante fantásticos, pero al racionalizarlos se darán cuenta que por nada son descabellados o irreales. No obstante, la última palabra siempre la tendrá el lector.
DESCARGAR GRATIS EN: http://espanol.free-ebooks.net/ebook/Evangelios-Sotroc#ixzz2Ekj8bllz