EL PUENTE DE LUZ©

 
  Esto es real. Muy real. No sé en cuántos años los humanos logren construir un Puente de Luz, pero es simple, muy simple. Yo vi hacerlo. Mis ojos vieron como se hacía y sin ningún aparente esfuerzo ni muchos obreros. Para erigirlo se necesitan apenas dos operarios y una máquina. Es tan, pero tan fácil construir un Puente de Luz que también, si así se quiere, puede hacerlo un sólo operador adiestrado en ese quehacer. Yo vi hacerlo. El puente puede ser tan largo como el mismísimo infinito y sólo toma muy poco tiempo constituirlo. La máquina que logra realizar ese prodigio es un poco más ancha que el canal de una autopista normal de las que se construyen en la Tierra. Es baja, no más alta que la estatura de un ser humano normal y, como dije, puede ser operada por uno o dos seres. No digo personas, porque en el Mundo Paralelo de donde son esos seres no existe la palabra persona ni humano en su vocabulario. No recuerdo tampoco como se llaman entre sí. Bueno, pero eso no es importante por ahora. Vuelvo al Puente de Luz.
  La máquina de la que hablo y con la cual es posible construir el Puente de Luz está fabricada con una especie de acero reluciente, pero que no es acero sino un metal muy resistente cuyo color es parecido al titanio, el cual no es conocido ni existe en el planeta Tierra sino en otros Mundos Paralelos. El operario de esa máquina, que no es más ancha que una súper aplanadora, va sentado en una cápsula herméticamente cerrada que hay a la izquierda del aparato y avanza con ella suspendida en el espacio por el trayecto donde se erigirá el Puente de Luz, el cual fue trazado de antemano por su computadora hasta los más mínimos detalles, tales como espesor, resistencia, longitud y curvaturas. La parte de abajo de la “máquina”, artefacto, aparato, maravilla del ingenio inteligente y sobrehumano o como prefieran llamarla, aunque yo lo simplifico diciéndole máquina, va despidiendo una especie de gas, muy parecido al vapor que emana de una olla con agua hirviente. Ese gas, de cuya reacción química no se nada pero si algo de los elementos que lo componen, en cuestiones de segundos se convierte en luz blanca, fluorescente y sólida.



Utilizan una luz blanca, fluorescente y sólida.

 La máquina, la cual tiene una capacidad de aceleración incalculable, avanza a unos dos mil trescientos a cinco mil kilómetros por hora, de acuerdo a la velocidad terrestre y tiempo humano, suspendida en el aire y “rodando” hacia el vacío a medida que va construyendo el Puente de Luz, el cual es visible a largas y relativas distancias y es tan resistente que puede soportar perfectamente, sin dañar sus estructuras de luz sólida, el equivalente a una caravana de buldózer y cientos de tanques de guerra terráqueos. La máquina tiene al frente y debajo de su estructura, una especie de rodillo, por eso la asemejé con una gran aplanadora, por el que a través de millones de minúsculos huecos recoge la energía etérea del espacio y la transforma en una especie de gas que a su vez se convierte en luz, la cual es vuelta a expulsar por los minúsculos huecos del rodillo convertida en luz sólida y resistente. Así es, según me explicaron, el mecanismo que la hace funcionar. La conversión de la energía etérea a luz sólida se obtiene por una especie de fusión de más 333.333 mil gados, a la cual los seres del Mundo donde estuve llaman diestrellización. Este proceso se logra gracias a la licuefacción y combustión de los elementos del denso aire del vacío sideral con las partículas microscópicas de luz estelar desprendidas de las novas y supernovas durante su formación, las cuales vagan al “arbitrio” por el universo y sirven para múltiples funciones según sea el caso. Esa la luz estelar también sirve de combustible para sus naves, las cuales viajan cien veces más rápidas que la luz y, en algunos casos, pueden alcanzar velocidades muy, pero muy superiores.

 


Un Puente de Luz no es nada descabellado.

  Las máquinas que fabrican los Puentes de Luz, porque tienen cientos de ellas, es una maravilla de la ingeniería sideral de ese Mundo Paralelo al que me llevaron y orgullo de los seres con quienes compartí durante un lapso de tiempo cósmico semejante al que dura un sueño terrestre. Los Puentes de Luz los utilizan para transporte, no de seres o enseres, sino de desechos planetarios y siderales, los cuales botan o depositan en los agujeros negros, que vienen a ser algo así como sus botaderos y plantas de reciclaje de basura. Esos escombros espaciales, después de ser “procesados” en los agujeros negros, son reinyectados al espacio convertidos en energía etérea, en su gran mayoría, y otros “regresan” trasformados en energía oculta y energía dinámica.
  Para los seres del mundo donde estuve es vitalmente necesario deshacerse de esos escombros espaciales debido a que son dañinos para su salud por estar compuestos de elementos de alta toxicidad astral, además interfieren, durante sus azarosos y aleatorios vuelos por el infinito universo, con sus comunicaciones y rutas de viajes, las cuales siempre mantienen limpias.

 
Los agujeros negros abundan en nuestro universo.

  Después que la función por la que el Puente de Luz fue construido, que es la transportación de escombros desde el Depósito de Basura Sideral hasta el agujero negro por ellos seleccionado es concluida, este se autodestruye al tocar los tripulantes de las naves una sola tecla de sus computadoras, que no se parecen en lo más mínimo ni en tamaño, forma y funciones, a nuestros prehistóricos y casi inútiles aparatos de computación.  Aquel sólido Puente de Luz por el que momentos antes “viajaron” hacia el botadero miles de asteroides, meteoritos y desechos planetarios no más grandes que un autobús de dos pisos, al autodestruirse vuelve a su estado gaseoso y en cuestión de segundos todo se diluye. Siquiera su sombra permanece donde una vez estuvo. Ni una brizna de gas se observa en el horizonte sideral y los alrededores de donde estuvo. El espacio vuelve a tomar la forma de siempre. Al terminar el trabajo, la máquina es introducida en una especie de container o maletero, de las naves ips, que son el medio de transporte de los que habitan ese Mundo Paralelo, y parten a realizar tareas similares en otros sitios muy distantes y ocultos del universo.
 Esto es la pura e inobjetable verdad. Quien quiera creerlo que lo crea. El que no, allá él. Una cosa me falta relatar. Debido a mi innata curiosidad, después que vi desde una de las ips donde estaba cómodamente sentado la construcción del Puente de Luz y la función para la que era utilizada, le pregunté a mí amable anfitrión, cuyo aspecto no describiré porque así me fue solicitado, cómo hicieron la máquina. Cómo la fabricaron. También pregunté sobre el tipo de “combustible” que utilizaba, qué mecanismos la componía, si recurría a sistema de turbinas o reactores atómicos y cosas por el estilo. Muy cordial y didáctico, mi anfitrión sideral me explicó todo pero, lamentablemente, no lo recuerdo ahora. Sólo recuerdo que fabricarla era muy simple, tan simple que parecía inverosímil. Fue tan amable mi anfitrión, que desactivó ante mis ojos la pieza clave de la máquina, la que hacía todo el trabajo y yo por su simplicidad no lo podía creer. No era más grande y liviana que una almohada antialérgica. Tenía forma circular y ejes semicurvos que encajaban a presión, uno con otros, en perfecta y armónica ingeniería. Era tan simple su funcionamiento y forma, que cuando me regresaron a mi mundo dibujé un croquis sobre un papel y lo guardé. Me reí de incredulidad por lo simple y elemental que era todo. Guardé el papel con la intención de regalarle ese prodigio al mundo y a la ciencia terrestre, pero lo extravié. No recuerdo, aún hoy en día, donde lo guardé. También olvidé esas formas simples de su función, que en su ensamblaje eran muy parecidas a las de esos cubos de colores a los cuales hay que alinear todas sus caras para que sean idénticas. Lo olvidé todo, o casi todos. No fue obra de ellos, ni secuestraron mis recuerdos, porque con beneplácito me habían dicho que me lo podía llevar. Que era un obsequio de ese mundo para mí y que hiciese con el lo que mejor quisiese siempre y cuando fuese en beneficio de la humanidad. Así pensaba hacerlo pero se perdieron las notas y con ellas su posibilidad de construir la máquina. Aunque a veces pienso que así fue mejor. Que se perdiesen. ¿Cuántas envidias y guerras terrestres hubiesen desatado la posesión de ese secreto? ¿Cuántas muertes inútiles habría causado? Cuánto sufrimiento para la humanidad. Así fue mejor. Que se quede perdido para siempre. No quisiese cargar con ese dolor y padecimiento en mi conciencia. Dios es sabio. ¡Gracias a Dios!



©Diego Fortunato
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