sábado, 14 de enero de 2012

EL REGRESO





   Cuando todo haya terminado. Cuando sea el momento de la revelación. Cuando ángeles y arcángeles venidos del cosmos estelar hagan su aparición en los confines de la estratosfera terrestre y el cielo tome un color ámbar carmesí, será el momento. Acontecerá el regreso y comenzará una nueva civilización, la civilización de la pureza, el bien y la justicia.
   ¿Qué quiénes regresarán…? Regresarán las almas, las almas que una vez estuvieron purgando sus penas en lo que en la Tierra algunas religiones llaman Purgatorio y, por supuesto, las que estaban, supuestamente, disfrutando de la llamada vida eterna en El Paraíso. Aunque ciertamente no vienen de allá ni entrarán en carrozas doradas tiradas por angélicos corceles, sino vienen, digamos, de un “laboratorio espacial”. De un lugar en el espacio designado para las almas, las cuales, en ocasiones viven amontonadas, apiladas y conservadas dentro de cubetas cristalinas especiales y de magna pureza. Lamentablemente, en ese lugar del espacio también hay superpoblación y por ello debe ser así. Otras, las mayoría de los miles de millones de ellas, viven al libre albedrío de la pureza total.


   Aunque muchos no estén de acuerdo conmigo ni con tan “absurdos” planteamientos, con todo respeto les diré que no es el momento ni el caso de debatir ni dilucidar si existe o no el tal Purgatorio, Paraíso, y, porqué no, el calcinante Infierno. Tampoco es el momento de ventilar el controvertido argumento de si existe o no la tan cacareada vida eterna en la que sádica, coactiva, y en forma de vil chantaje espiritual basan sus postulados místicos casi todas las religiones del mundo. No distraeré ni una línea de mis pensamientos en dar esas explicaciones. No obstante, sí es el momento de asegurar, con toda precisión, la existencia del alma, de las almas.




   “El alma es el todo en la nada infinita. Es, al mismo tiempo, el todo y la nada consciente. Es la energía cambiante y viva, pero invisible. El alma es indestructible, indisoluble e inamovible. O sea, que no se puede mover de dónde está. Sólo una fuerza divina podría hacerlo. Menos destruir o disolver, aunque sí expandir ya que cuando muere el cuerpo o materia en la que mora, se transforma, al igual que el mismo cuerpo, en energía pura y cambiante”. (Ver Evangelios Sotroc ¿QUÉ ES EL ALMA?).


   Por eso cuando el ciclo, este ciclo terrenal en el que vivimos haya concluido, en tropel regresarán a la Tierra las almas buenas y bondadosas con la misión de anidarse en las nuevas vidas que comienzan a formarse en los dos primeros meses de gestación en los vientres de madres previa y divinamente escogidas. No pregunten ni se pregunten porqué habrá de ser así. Sólo comprendan que debe ser así porque el ser humano necesita de una renovación, de un resurgimiento, de otra forma la vida misma no tendría ningún sentido y tampoco ningún objeto. El fin en sí mismo es la perfección y la evolución de esa perfección está en el resurgimiento, en el renacimiento de una vida nueva, la cual será concedida por Bondad Divina.


©Diego Fortunato







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