Mucho se habla del calentamiento global. Que si subimos otros tres grados el desastre será cataclísmico e irreversible para la humanidad.
Eso es cierto. Como también es cierto que muchas otras amenazas se ciernen sobre el planeta. Tales como una lluvia de grandes meteoritos, igual a la que acabó con los dinosaurios, cometas que podrían estrellarse en suelo terráqueo o de explosiones en el sol que causarían la muerte súbita de toda vida existente en el planeta, así como otra infinidad de desastres siderales que podrían ocurrir en cualquier período de tiempo. Todo eso es cierto, incuestionablemente cierto.
Lo que no es coherente con ese argumento y posibles situaciones es que la Tierra , como planeta, desaparecerá. Los que desapareceremos somos nosotros como vida humana, así como gran parte de la vida animal, menos la microbiana y bacteriana, y muchas especies vegetales que hacen vida en las profundidades de cavernas, fosas y simas. Y por, supuesto, la vida mineral y otras formas de vida inanimada, así como la vida que hay en las fosas marinas. (Ver EL PENSAMIENTO DE LAS COSAS INANIMADAS y LA MATERIA VIVA HABLA, entre otros).
En tal sentido, hay que ser categóricos. La Tierra no está en peligro sino nosotros, los que la habitamos. Todo es cuestión de tiempo. Nadie puede saber cuándo, pero es irreversible y tan cierto como dos más dos es cuatro… ¿O no lo es? El cataclismo viene. La destrucción de la humanidad puede estar a la vuelta de la esquina y nosotros tan campantes. ¿Qué podemos hacer?... Nada, simplemente, nada. Sólo dejar que el rumbo de la humanidad e historia del planeta siga su curso.
Tengan muy en claro que el dióxido de carbono, el gran contaminante del planeta, no hará desaparecer a la Tierra , sin al ser humano.
Por lo demás, en un millón de años, aunque destruyamos bosques y dañemos el equilibrio ecológico, todo renacerá y en la escala de la evolución nacerán nuevas especies, pero el humano, tal como lo conocemos, habrá desaparecido. Nacerá una especie humana nueva, tanto genética como físicamente nueva. Con un ADN más evolucionado y más alerta e inmune a todas las enfermedades conocidas hasta el momento. Por supuesto vendrán nuevas. Habrán nuevos virus, pero nada semejantes a los de ahora. Su forma de combatirlos será más avanzada, tanto del punto de vista físico como científico.
Para adelantar algo, sólo diré que la nueva forma humana de ese imponderable futuro es muy parecida a la de los extraterrestres, alienígenas y grises de nuestros sueños e imaginación actual. Y digo actual, porque ellos, los nuevos pobladores del planeta azul, tendrán otra imaginación. Muy diferente a cualquiera de las actuales. ¿No lo creen?... Mírense fijamente, sin pestañear, los ojos delante de un espejo, muy cerca, durante dos minutos. Concéntrense sólo en uno de ellos. En un solo ojo, el que prefieran. Miren a través de el. ¿Qué vieron?... Se fijaron que tengo razón.
© Diego Fortunato
El Universo de Stephen Hawking 1 (6/7) Extraterrestres
¡ATENCIÓN!... ¡ATENCIÓN!
No se lo pierda
el texto completo de la novela URL, EL SEÑOR DE LAS MONTAÑAS, epopeya fantástica tan premonitoria con las obras de Julio Verne, donde se delinea el dramático destino que le tocará vivir a Venezuela. Como abreboca, abajo una pequeña sinopsis de la novela
SINOPSIS
En una de las más fascinantes epopeyas contemporáneas, Url, El Señor de las Montañas, un ser dotado con poderes divinos, libra feroces batallas al lado de sus guerreros para salvar a su nación de las garras de La Fuerza del Mal, comandadas por el sanguinario dictador Adolfo Láchez, quien posee un entrenado y bien armado ejército de más de un millón de hombres. Para enfrentarlo, utiliza los poderes de El báculo de la Esperanza , un poderoso madero de gran fuerza destructiva que le fue legado por El Creador. Katria, una bella ex modelo, Longar, el soldado negro, Hatch, el guerrero petrolero y Kunato, el japonés estratega, son algunos de los héroes Libertarios que luchan a lado de Url en unas inhóspitas montañas enclavadas en La Cordillera de la Costa. El día de La Batalla Final , ocurrirá un acontecimiento que hará estremecer de miedo hasta a los más fieros guerreros.
© Diego Fortunato
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