sábado, 18 de agosto de 2012

EL MAR RECLAMA LA TIERRA©


tsunamis

   Nadie se ha detenido a estudiar su comportamiento y su “pasión”, sin embargo el sigue imperturbable en su camino, ahora con más decisión que nunca. Me refiero al mar, océanos, ríos, lagos y todo lo que contenga una mera y, supuestamente, insignificante gota de agua. Sigue en su silencioso y agotador trabajo de reconquistar la tierra que una vez le perteneció. La tierra que una vez estuvo en el fondo del mar y que por circunstancias de “vida”, gracias a erupciones volcánicas submarinas y movimiento de sus profundas capas tectónicas, tuvieron que emerger para “respirar” y realizar el milagro del nacimiento, de darle vida y sentido al homo sapiens, al hombre. Pero ahora el mar (océanos y todo que contenga agua en microscópico movimiento) reclama la tierra que nos fue concedida. Y no es por ninguna circunstancia especial, tampoco por “castigo divino”, sino por ciclo natural y evolutivo cuyo proceso, en el tiempo cósmico, apenas dura algunos miles de años, pero que en el tiempo humano se calcula por billones de años y eras.

   
  
  Si los humanos se detuviesen, aunque sea por unos cuantos minutos a expandir la mente un poco más allá de sus narices, se darían cuenta que las plataformas continentales, límites marinos y líneas costeras de todos los continentes, y valga la redundancia, se han venido reduciendo drásticamente desde hace miles de años a esta fecha y, lo que es peor, pronto el trabajo silente del mar se abalanzará con mayor furia para reclamar lo que una vez le perteneció a su fondo. Ciclones, vendavales, maremotos, tsunamis, deshielos polares, mareas incontratables y una serie de nuevos fenómenos naturales irán retomando gran parte de la tierra de los continentes hasta que un día, en cientos de miles de años, la Tierra, nuestro planeta-hogar será nuevamente, como lo fue hace millones de años luz atrás, otra vez toda, o casi toda, agua, y sólo pequeños islotes y archipiélagos se levantarán de sus profundidades. Allí nacerá el Hombre Nuevo, un hombre alejado de conquistas, guerras y descomunal materialismo. El destino le asignará a ese Hombre Espiritual comenzar a repoblar lo que quedó de la Tierra y que el mar, generosamente, debido a otros cambios que sufrirá el planeta en su núcleo, le irá paulatinamente regresando a algunos territorios, los cuales en nada se parecerán a los que ya habían existido sobre la Tierra. En ese momento nuestro planeta-hogar, aunque seguirá tan redondo como una bola de billar, será diferentes en su conformación, distancia y relación entre mar y tierra, porque, además de algunos islotes y archipiélagos aislados, será un todo, uno sólo continente, una única masa de tierra compacta e irregular con sus ríos, lagos y montañas a la que los hombres llamarán Tierra Nueva y todo recomenzará hasta que el ciclo, dentro de otros billones de años más, se repita, porque en el universo todo es cíclico: el hombre volverá a abandonar su espiritualismo y se dejará dominar por el demonio del materialismo y volverán las luchas, guerras y conquistas, hasta que el mar vuelva a lanzar su desesperado grito y grandes olas, maremotos, deshielos y todo los demás fenómenos vuelvan a retomar la tierra y hundirla nuevamente en el infinito océano.
   En ese entonces, el llamado Planeta Azul será aún más azul, pero pincelado de ribetes ambarinos, como anunciación de su imbécil ceguera, ambición y egoísmo.

  A fin de aclarar un poco el proceso que ya tiene billones de años realizándose en el planeta Tierra, les diré que se llama desterronalicuefacción. Algunos estudiosos de profecías antiguas les dan también el nombre de desterronazón, desterronación, desterronainvasión, entre muchos otros, aunque todos esos conceptos signifiquen más o menos lo mismo, o sea, licuar la tierra y hundirla nuevamente en el mar.
   Así me fue revelado y así lo escribo. Paz y amor a los hombres de buena voluntad y a los que aún no la tienen les sugiero, por su bien, conseguirla.







© Diego Fortunato

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