Hasta hoy, nadie siquiera lo había podido
imaginar. Sin embargo, existen. Se trata de una parte de la masa del átomo, un
tanto “invisible”, aún desconocida por la comunidad científica.
Esa masa se oculta al ojo humano y a los
manoscopios (STM) o microscopios de fuerza atómica (AFM) o de barrido
electrónico debido a su apariencia nebulosa, sin embargo orbitan la parte exterior
del núcleo del átomo, casi adherida a neutrones y protones, empero está separada
de estos. A fin de explicarlo mejor y para que se entienda de qué se trata,
utilizaré una analogía, un símil doméstico. Podría decirse que esa súper microscópica
masa “invisible” se asemeja a esféricas burbujas de leche diluidas en agua. Las
hay por miles de millones y son idénticas, redondas, perfectas y volátiles, y
en su comportamiento rebotan una sobre otra en larga fila y secuencia orbital.
Podría decirse que parecen jugar un juego infinito o danzar por la eternidad,
pero nada más lejos de eso. Secuencias interminables de ellas saltan y avanzan
muy silenciosamente una sobre otras en sucesión de números impares. El por qué,
no lo sé. Trataré de explicar lo mejor posible su “danza”. Como ejemplo trazaremos
imaginariamente una línea horizontal, no una órbita, perfectamente unida de
diez burbujas de átomos ocultos, mientras vemos, también imaginariamente, como encima
de ella, otra secuencia de “burbujas” que apenas roza la línea horizontal “saltan
y rebotan” de la siguiente manera: Una, a la que denominaremos la Nº 1, rebota
sobre la Nº 3 y así, en perfecta danza van, una tras otras, avanzando hasta la Nº
5 y la Nº 7, hasta llegar a números de secuencias infinitas siempre sobre las “invisibles”
burbujas impares. Detrás de estas, o sea de las números 1, 3, 5 y 7, otras miles
de millones de ellas, las siguen repitiendo el mismo perfecto “salto” hasta un
infinito etéreo y no descifrable. Esas invisibles “burbujas blanquecinas” forman
parte de la masa del átomo, la porción más importante y reveladora de este,
pero falta algo de tiempo, aunque no mucho, para ser descubiertas por la comunidad
científica.
Esos miles de millones de partículas de “átomos
ocultos” hacen vida propia en la masa del mismo átomo conocido por todos
nosotros, pero, como afirmé antes, aún no han sido detectados. Cuando se logre,
se resolverán casi todos los misterios del universo y la raza humana, así como
otras razas y especies humanoides que hacen vida en el espacio infinito y parte
de la materia universal. Esas pequeñas burbujas o esferas blanquecinas encierran
la síntesis de todos los secretos que tanto agobian, apasionan y desvelan al mundo
científico como a cualquier persona que tiene la inquietud de saber porqué estamos
aquí, en el planeta Tierra, rodeado de un inmenso, desconocido e infinito universo,
y cuál es la única y verdadera misión y propósito de nuestra propia existencia.
Pronto esas microscópicas “burbujas
blancas”, que son la síntesis oculta de un átomo, serán descubiertas y con ello
miles de millones de secretos que han estado danzando por el universo también
desde hace miles de millones de años.
©Diego Fortunato