Realmente sí sabemos quiénes somos y de dónde venimos. Lo que pasa es
que lo hemos olvidado. Y no fue un olvido casual, sino programado. Fue borrado de nuestro ADN por nuestros ancestros, seres venidos del futuro, de más allá de donde las estrellas brillan con mayor luz, cuando regresaron con la intención de repoblar la Tierra hace aproximadamente unos cuatrocientos o quinientos millones de años. Quizás más, quizás un poco menos. El tiempo es relativo e irrelevante y, por ahora, tampoco importa mucho, menos el cuándo regresaron a repoblar la Tierra Ancestral , en aquel entonces un planeta árido y veladamente desconocido para muchos de ellos, pero sumamente importante para su supervivencia porque reunía todas las condiciones y, ellos lo sabían, para volver a comenzar de nuevo, porque su mundo, el planeta Tierra del Futuro donde vivían, estaba a punto de eclosionar, de abrirse como una cáscara de huevo que se estrellas contra el piso. Su ciclo en el universo había finalizado y la Tierra del Futuro, donde nuestros ancestros lograron su máxima evolución, pronto estallaría en miles de millones de pequeños y grandes pedazos que pasarían a formar parte de uno de los tantos cinturones de asteroides que vagarían a la deriva en un universo que pronto sería convertido en la nada. En el no espacio y en el no tiempo.
Igual a lo que le sucedió a la Tierra del Futuro aconteció en miles de sistemas planetarios y galaxias del infinito y cambiante universo, el cual está en constante transformación y siempre marcha hacía la hecatombe final, hacia el gran holocausto sideral. Por ello nuestros ancestros decidieron emigrar y dar el salto hacia atrás y no hacia adelante como la gran mayoría de los pensadores y científicos creen que sucederá o podría suceder debido a nuestro afán de exploración interplanetaria, de conocimiento. De saber dónde estamos, de dónde venimos y qué somos.
Dar el salto hacia delante hubiese supuesto la extinción de la humanidad y de la vida universal, porque era saltar hacia la autodestrucción, al fin de los tiempos, tal como aconteció en infinidades de galaxias en el espacio-tiempo. Era ir directo a la muerte, porque en aquel momento, hace miles de millones de años, en la Tierra del Futuro, cuando nuestros ancestros dieron el salto hacia atrás había comenzado el fin, el verdadero fin. El big ban al revés. El regreso a la nada cósmica. Al silencio total y al sin espacio y el sin tiempo.
Antes de proseguir y explicar en qué consistió el salto hacia atrás es necesario dejar bien claro y asumir de una vez por todas (la ciencia pronto lo hará) que nosotros, los seres humanos actuales, los de hoy, los mismos de carne y hueso con los que interactuamos todos los días, sin importar raza o color, somos polvo de estrella. Venimos del espacio. Que hace millones de años llegamos al planeta Tierra y lo colonizamos “otra vez”. Nosotros somos los extraterrestres, los alienígenas, los grises y todas esa serie de criaturas de otros mundos que imaginamos ver y que creemos que de un momento a otro nos podrían invadir. Y con esto no quiero decir que esa “invasión” no sea posible. ¡Por supuesto que existe esa posibilidad ya que muchas, pero muchas vidas muy distintas a la nuestra, pueblan el universo! Aunque esa posibilidad esté siempre latente, por ahora no será. No será hoy. Tampoco en cientos de miles de años. Y no porqué esos seres extraterrestres a los que de ahora en adelante llamaré Hixyant, no quieran invadirnos o colonizarnos. ¡No! No es por eso. No lo harán durante los próximos cuatrocientos o quinientos millones de años porque no pueden. Y no pueden por la sencilla razón de que están, al igual que nosotros, los humanos, en proceso de “reconstrucción y desarrollo”, de sus propios planetas ancestrales, en un ciclo que posiblemente se repetirá en espiral por toda la eternidad.
Me explico. Dando por sentado que nosotros los humanos somos extraterrestres que después de millones de años de evolución regresamos otra vez a la Tierra Ancestral , a la de nuestros orígenes, debido a un cataclismo cósmico y comenzamos una nueva etapa de desarrollo en todos los órdenes, los Hixyant están en lo mismo y, al igual que nosotros, carecen, en estos momentos, de la tecnología necesaria para iniciar viajes interestelares. Ellos, al igual que nosotros, debido al holocausto sideral dieron también el salto hacia y están, de la misma forma que nosotros, volviendo a colonizar su planeta de origen de vida.
Quiero insistir, aunque con ello no pretendo convencer a nadie, que nosotros somos los alienígenas que tanto nos atemorizan y que en el futuro (ese futuro puede tardar miles de años) seremos física y anatómicamente idénticos a esos seres de otros planetas que hoy imaginamos ver y que, supuestamente, nos podrían invadir. Los Ovnis, esos aparatos que vemos en el espacio, son nuestras naves preparando el regreso a la Tierra Ancestral. Nosotros somos los grises que las tripulan y que decimos ver y que muchos aseguran haber sido raptados por ellos. Los que así creen, lo que no dudan de esa posibilidad, ya están recuperando parte de su memoria evolutiva borrada intencionalmente del ADN humano por nuestros ancestros del futuro. Dentro de algunos miles de años terrestres, lapso que medido en tiempo cósmico son apenas fracciones de segundos, retomaremos nuestra verdadera y última forma humana: cabeza grande y alargada hacia arriba en la parte occipital, ojos achinados y grandes. Cuerpo enclenque, nariz y boca casi inexistente y rostro carente de orejas. No tendremos casi músculos en el cuerpo porque se habrán atrofiado por falta de uso, por ser absolutamente innecesarios en nuestra nueva forma de vida. El cerebro nos crecerá de una forma jamás imaginada y toda una gama de nuevas y diversas funciones, las cuales nos harán semejar a seres divinos y celestiales, serán regidas por ese órgano. Nuestras neuronas se multiplicaran en ciento de miles de millones y nuestra sabiduría será ilimitada. En fin, seremos seres súper inteligentes con más cabeza que cuerpo, aunque el balance entre los dos será perfecto, armónico y sublime, aunque nuestros movimientos lentos. Nuestra mente será la ágil y la que regirá todas nuestras funciones corporales. Todas. Hasta de autoreparación, cuando por algún infame motivo, nos atrape un “desarreglo”, ya que en la Tierra de futuro no habrá enfermedades, mucho menos médicos. Cada uno de nosotros tendremos la capacidad innata de auto desarrollo mental e intelectual. No más maestros. No más estudios. No más escuelas y universidades. La Biblioteca del Universo estará en nuestro cerebro. Será parte de nuestro ADN. Nacemos con el conocimiento implícito y nos desarrollamos con el de igual forma como crecemos y nos desarrollamos biológicamente. Todo gracias a un circuito neuronal de incalculables capacidades. Aunque, como es obvio, habrá mentes más brillantes que otras.
Poco a poco y a través de los milenios, iremos recuperando en forma muy sutil la memoria ancestral escrita en nuestro ADN. A medida que se vaya descodificando el Genoma Humano, iremos, igualmente, recobrando memoria y habilidades. Podría durar cientos, quizás miles de años, pero, inexorablemente, llegaremos a la evolución que tuvimos hacia miles de años atrás, cuando vivíamos en la Tierra del Futuro. Quizás, sólo quizás, nos superaremos a nosotros mismos.
El salto hacia atrás fue del todo inevitable. Si queríamos subsistir como raza humana debíamos darlo. No había alternativa. Saltar hacia delante en el tiempo hubiese sido nuestra extinción y el fin de la vida humana debido a que hacía adelante sólo nos esperaba la nada y la destrucción. Por ello nuestros ancestros, utilizando su avanzada tecnología y ciencia, construyeron con muchísimo tiempo de antelación al cataclismo sideral, una sofisticada e infalible máquina del tiempo y dieron el salto hacia atrás utilizando como “vía de escape” las virtudes y seguridad que ofrecía para el viaje un agujero de gusano. Mucho antes de que el fin de la Tierra del Futuro aconteciese, nuestros ancestros probaron y comprobaron la seguridad del agujero de gusano haciendo innumerables viajes a su Tierra Ancestral, o sea nuestro planeta actual. Esos son los acercamientos y avistamientos de Ovnis, así como otros fenómenos y experiencias siderales inexplicables que los humanos actuales vemos y experimentamos hoy en día, pero que aún no comprendemos. Todo es un ciclo repetitivo. La vida humana en el tiempo-espacio es como un deambular dentro de una espiral sin fin que gira y retorna dentro de si sin tener conciencia de cuándo ni porqué. Igual lo hacen las galaxias que albergan a millones de sistemas planetarios.
Aunque todavía existen muchas interrogantes, de una cosa podemos estar seguros, muy seguros: el agujero de gusano es confiable y para nuestra seguridad y perpetuidad de la especie, ha sido analizado y controlado minuciosamente por nuestros ancestros terrenales para cuando comience el fin de los tiempos en sus interminables ciclos.
Es necesario redundar a fin de que se entienda. Un salto hacía adelante hubiese sido el fin de la civilización y la vida. Nuestros ancestros de la Tierra del Futuro lo sabían. Hacia atrás era el comenzar de nuevo, casi de cero, pero aseguraba la sobrevivencia humana. Fue lo acertado. Nuestros ancestros optaron por colonizar de nuevo la Tierra que habían dejado atrás hace millones de años. Era el nuevo y fatigoso renacer. El volver a aprender y reconstruir. Esos somos nosotros. Los seres venidos de las estrellas somos nosotros. Somos polvo de estrellas porque al pasar a través del tiempo por el agujero de gusano escapamos, al igual que el polvo de las estrellas, de la explosión que volvió añicos a todo el universo del futuro donde vivíamos. Antes, mucho antes, en la Era de la Nada Infinita , también éramos polvo de estrellas. (Ver Evangelio Sotroc UN METEORITO ORGINÓ LA VIDA EN LA TIERRA ).
Nuestro regreso a la Tierra Ancestral aconteció exactamente después de la desaparición de los dinosaurios. Nosotros (nuestros precursores) sabían que eso sucedería. Por eso esperaron y emprendieron el viaje de retorno a la Tierra después de que se “enfriase” todo y que las condiciones para la nueva vida estuviesen servidas. Sabían que el holocausto sideral también, aunque en menor escala, tocaría de cerca y causaría estragos al planeta Tierra. Vagaron un tiempo en el agujero de gusano y cuando lo creyeron oportuno aterrizaron en el planeta de sus orígenes. Había mucho que hacer y comenzar a reconstruir. Al principio guardaron muchas de sus tecnologías futurísticas y las naves con las que hicieron el viaje a través del agujero de gusano. Por supuesto, que a la Tierra Ancestral no viajaron todos. Sólo unos cientos de miles fueron escogidos para reiniciar la reconstrucción ya que era imposible salvar a todos los que poblaban la Tierra del Futuro. Sus líderes tuvieron que elegir y le dieron prioridad a las mentes más brillantes y a sus dirigentes. En fin, eran humanos y esa condición no cambiaría en sus percepciones aunque fuesen terrestres del futuro. Era de vital importancia preservarlos para poder comenzar con “algunas ventajas” la reconstrucción que los llevaría nuevamente a la Tierra del Futuro.
Al principio, como dije antes de divagar en otros asuntos menores, tenían en sus manos el conocimiento, el poder y las herramientas para una evolución rápida del planeta, pero hubo conflictos, ambiciones y, signados por la confusión y el desespero, hubo algunas batallas entre ellos. Muchos perecieron al ser aniquiladas sus mentes, aunque no sus cuerpos, los cuales siguieron con vida. Las mentes que sobrevivieron tomaron una decisión, la misma que dentro de miles de millones de años repetirían en ciclo infinito: borrar la memoria evolutiva de sus ADN. Prefirieron que todo se fuese redescubriendo poco a poco a medida que sus mentes, que una vez fueron súper evolucionas volviesen a evolucionar. Esos es lo que somos ahora. Seres en evolución y perfeccionables. Sólo nos resta esperar y reaprender. La herencia nos fue legada y está escrita y descrita en forma inequívoca en nuestro ADN. Fue su llegado antes de partir a la eternidad y borrar todo vestigio de su presencia en la Tierra Ancestral. Aunque por más que se afanaron, algunas trazas de su presencia quedaron esparcidas por el planeta Tierra. (Ver Evangelio Sotroc 2012: EL REGRESO DE LOS MAYAS Y LA NUEVA ERA DE HIELO).
Cientos de años antes de tomar esa decisión nuestros ancestros, a quienes los humanos actuales llaman los grises, ayudaron a las nuevas especies creadas por ellos mismos en sus “laboratorios” a construir grandes monumentos que perdurasen a través de los siglos y la historia, tales como las Pirámides de Egipto y los monumentos mayas y aztecas, sólo para citar algunos. El color de la piel de los seres humanos actuales también se debió a un ensayo de laboratorio de nuestros ancestros. No siempre será así. Dentro de millones de años todos seremos grises azulados. Lo azulado se deberá a nuestro complicado sistema nervioso y circulatorio, el cual se transparentará sutilmente dando esa imagen azulada grisácea.
Repetimos, el salto hacia atrás era inevitable. Nuestros ancestros los grises tuvieron obligatoriamente que regresar al pasado porque el futuro no existía, dejó de existir, debido al Apocalipsis Estelar.
Quizás dentro de apenas unos cuarenta años o menos, cuando los científicos actuales hayan logrado descifrar más del cincuenta por ciento de los códigos de nuestro ADN, comenzará la humanidad a comprender. Todo, toda la historia de la humanidad está escrita en nuestro ADN. Incluso de dónde venimos, qué somos, porqué regresamos y porqué tendremos que repetir nuevamente el mismo ciclo dentro de miles de millones de años. Quizás antes, mucho antes. Sólo falta recuperar nuestra memoria evolutiva y con ella la esperanza de un mundo mejor y menos apocalíptico.
©Diego Fortunato
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