El
universo es una fantasía de los sentidos. El universo, tal como lo imaginamos o
lo describen los científicos, no existe. Es un reflejo de reflejos de nuestra
imaginación. Sólo existe en el espacio-tiempo de nuestra inventiva, de nuestra
percepción colectiva de lo desconocido, de lo que podría haber más allá de las
estrellas. El universo no es redondo ni plano. Si fuese redondo, esférico u
oblongo, tendría un final. Todo tiene un principio y un fin. Si fuese plano,
sería infinito en nuestra imaginación, pero como nada demostrable
científicamente es infinito, simplemente no existe. Siquiera los números son
infinitos. Si se quiere, se les podría poner un final y un nuevo comienzo a los
números. Todo es relativo. La ignorancia imaginativa y el miedo a lo incomprensible,
nos hace intuir al universo como “algo” infinito porque todavía carecemos de
capacidad evolutiva, de la ciencia, conocimiento y raciocinio necesario para
demostrar sin la menor duda razonable posible, una ecuación o un teorema que
compruebe inequívocamente su infinitud o sus límites.
Sólo
una cosa es válida y verdadera, aunque tampoco es demostrable a través de la
conciencia y sabiduría humana y es la existencia de Dios, creador del cielo, la
tierra y el universo, según la Biblia… Pero, ¿de cuál universo?... Del universo
que imaginamos y que la fe y la vívida creencia de la existencia de Dios, nos
lo hace percibir en este pequeño planeta no más grande que un grano de mostaza,
al que, sin embargo, creemos inmenso en comparación con nuestra corpórea imagen
terrenal.
El
día que desarrollemos todos los hemisferios y “cavernas ocultas” de nuestros
cerebros, comprenderemos que sólo somos un reflejo en el espacio-tiempo y que
el universo como tal y que vemos a la distancia, únicamente lo abarca nuestro
sistema solar y nuestra galaxia, que son parte del cuerpo de un ser supremo,
omnipotente y todopoderoso. Lo demás es apenas un reflejo de su grandeza y
existencia y los seres humanos parte insignificante de los miles de billones de
bacterias que alojan su divino cuerpo. Más allá de la Vía Láctea no hay nada, siquiera
sombras... ¿Una locura?... Quizás, sí… Quizás, no. Es muy prematuro juzgarlo de
esa forma. Apenas estamos naciendo y en el tiempo cósmico sólo vivimos
fracciones de segundos… Algún día sabremos quién tiene o no la razón. Por
ahora, y así me fue encomendado, le dejo esa interrogante plagada de dudas a
fin de que piensen y alimenten su propia imaginación.