miércoles, 8 de octubre de 2025

DOMESTICAR HURACANES©

 

 Iba a ser revelado por Olbap a los viajeros de los abismos que llegaron a Adna, el océano interior que hay en el centro de la Tierra, pero no hubo tiempo porque tuvieron que partir nuevamente a la superficie con revelaciones importantes para la humanidad. Por prodigio divino el mensaje llegó a mis manos y tal como llegó lo transcribo para bien del mundo.

 “Hay varias formas de atrapar y domesticar la energía de los huracanes y obtener beneficios de ella. Una, quizás la más sencilla para el intelecto y sabiduría humana actual, es a través de ondas electromagnéticas no ionizantes, cuyo proceso funciona igual a un horno microondas, el cual disuelve, fracciona y desvía el poder energético de los huracanes convirtiéndolo en agua. Pero el residuo final del proceso no se pierde. Después que las ondas electromagnéticas disuelven la energía del huracán, las moléculas que formaban su cuerpo se convertirán en lluvia que bajará a torrentes desde cielo. Esta agua deberá recogerse y reciclar en forma energía eléctrica. Habrá que almacenarla en una red de túneles-tanques subterráneos construidos en las tierras aledañas al paso del huracán. Los túneles deberán ser conectados a redes termoeléctricas y de bombeo para ser redistribuida a largas distancias, donde el agua es escasa”.

Simple. Fue lo revelado y lo transcrito. Ahora a ponerlo en práctica.



ABISMOS: https://www.amazon.es/s?k=Diego+Fortunato&rh=n%3A599364031%2Cn%3A%2521599365031%2Cn%3A902675031&__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&ref=nb_sb_noss

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lunes, 6 de octubre de 2025

LOS NIÑOS LUZ©

 




  Posiblemente algunos ya están entre nosotros y no nos hemos dado cuenta todavía. No obstante, sus nacimientos pronto se multiplicarán por todo el orbe y la evidencia de su existencia no podrá ser escondida o contrariada. Serán tantos, que podrán ser reconocidos fácilmente. La luz en torno a su bondad y paz los hará visibles a todos. Irradiarán luz y comenzarán a ser llamados los Niños Luz, seres casi divinos que surgirán sobre la tierra con una única y sublime misión: conducir a la humanidad hacia la Tierra Nueva. Hacia una concepción más espiritual y menos materialista del mundo. Buscarán convertir al hombre, a todos los que habitan la Tierra, en seres más humanos… Más piadoso y misericordiosos, desechando de sus mentes y espíritus el instinto voraz y depredador que alberga en su ser.

Los Niños Índigo y Cristal fueron los pioneros. Los encargados de abrirles el camino a los Niños Luz para que el impacto de su presencia sea menos perturbador y más aceptable.
Los Niños Luz, que por muchos serán llamados Elegidos de Dios, son seres de sensibilidad casi divina, muy parecidos a los que nosotros creemos son los ángeles que moran en el cielo. Poco a poco, muy despacio y con acciones ejemplarizantes, irán reeducando, en todo el estricto sentido de la palabra, a la humanidad hacia la vida espiritual. Le irá despertando al hombre el hemisferio del cerebro donde anida su espiritualidad, adormecida hace milenios.
Como anunciamos en otro Evangelio Sotroc (ver EL ALMA DE LOS MUERTOS VAGA POR EL ESPACIO), los Niños Luz son seres de una inteligencia espiritual súper avanzada, ética y moralmente alejados de los principios materialistas que desde hace muchos siglos están acabando con el verdadero sentido de vida del ser humano.
Los Niños Luz nacerán por todo el planeta. En cualquier país o rincón del mundo y serán concebidos en el vientre de cualquier madre común y corriente, y por nada especiales. En apariencia, serán iguales a los demás niños, pero la Providencia Divina los dotará de mentes muy evolucionadas. En sus nacimientos no habrá ninguna discriminación o privilegio y toda mujer podrá gestarlo sin importar su pasado o presente.


Su denominador común y motivo de existencia es transformar la esencia del hombre para conducirlo a la Tierra Nueva siempre imaginada, donde imperará el amor, la igualdad, libertad, paz y justicia más absoluta.
Desde tiempos inmemoriales San Juan lo reveló en forma clara en el capítulo 12:36 de su evangelio. Mientras tenéis luz, creed en la luz para que seáis hijos de la luz, escribió haciendo referencia no sólo al poder divino de Dios sino también como un anuncio de la vendida de los Niños Luz sobre la tierra. En la Biblia hay muchísimas alusiones al respecto.


En la novela La Estrella Perdida igualmente se deja evidencia de que esto sucedería: “…No terminó de decirme el asunto de Los Elegidos. Usted habló en la reunión de un supuesto Evangelio inédito de San Juan y del actual capítulo 12:36, donde se habla de los hijos de la luz y del papiro trascrito por el profesor Gagliardi que dice como testigo fiel el cielo, nacerán con aura de cristal los nuevos ungidos. El día que el sol ilumine delante de mí serán esparcidos por toda la Tierra”.
Sea como sea, una cosa es inobjetablemente cierta. Los Niños Luz nacerán sobre la tierra, tal como ya hace bastantes años comenzaron a nacer los Niños Índigo y los Niños Cristal. En aquel entonces, alrededor de ellos se tejieron un sin número de especulaciones y muchísimas descalificaciones y “maldiciones”. Entre otras cosas se les consideró de desadaptados, de niños excepcionales con problemas de conducta y hasta mentales. Nada más lejos de la verdad. Hizo falta un buen tiempo para que psicólogos y estudioso comprendiesen y revelasen al mundo su verdadera naturaleza e inteligencia superior.



Al inicio sucederá lo mismo con los Niños Luz y con quienes certifiquen sus dones divinos.
La realidad es que ya están aquí. Se han comenzado a mostrar muy despacio a fin de evitar alboroto innecesario a su alrededor. Su intención no es crear alarma, sino llevar a la humanidad hacia un nuevo amanecer. Un mundo nuevo, totalmente espiritual alejado de la codicia, ambición y las guerras producto del voraz materialismo que está destruyendo y envileciendo al hombre. Conducirlo hacia una Tierra Nueva donde imperará la justicia y cuya única meta de existencia será el amor al prójimo.
La Tierra Nueva se convertirá en un bloque homogéneo constituido por todas las naciones de nuestro planeta. Será un único país. Las fronteras dejarán de ser las líneas imaginarias que dividen estados y se convertirán en una triste remembranza de la codicia y afán de conquista y sumisión del hombre.
En fin, veremos el nacimiento de un mundo sin odios y rencores. Sin maldad ni egoísmos y apartado de toda violencia. Una Tierra Nueva llena de paz y amor, donde la verdad y la fe serán los principios más absolutos del ser humano. Donde no existirán las desigualdades sociales y la pobreza apenas será el triste recuerdo de una civilización déspota, sanguinaria y cruel.
El día está cercano. Próximo… Más de lo que imaginan. Sólo hay que esperar. ¿Será tu hijo un Niño Luz?... ¿Lo estarás concibiendo en este instante?... Estará naciendo alguno ahora…

  
© Diego Fortunato


sábado, 4 de octubre de 2025

2.336: AÑO DE LA PARUSÍA©



   Durante un sueño me fue revelado un código extraño, un código que me daría acceso al conocimiento más extraordinario que ser humano haya podido tener. Al principio no entendía de qué se trataba y qué debía hacer para poder descifrarlo. Busqué interpretarlo en lo complicado, pero no lo logré. Estaba inquieto y obcecado. Tan ciego estaba, que no me percaté que la solución era simple. La tenía delante de los ojos, grande y totalmente legible. Eran unos números. Cuatro dígitos ordenados en perfecta armonía. El misterio se había develado. Suspiré aliviado cuando en una amplia y moderna pantalla, muy semejante a la de los despertadores digitales, vi un número de cuatro dígitos consecutivos, todos de color verde, titilante e inconfundible. Sin error alguno leí en forma clara 2336. El simple número no me decía absolutamente nada. Aunque no entendía su significado, no dejaba de ser una incógnita. Embelesado y metido casi de cuerpo entero en el reloj del tiempo lo seguí contemplando satisfecho. No tanto por el número en sí, el cual tenía delante de mis ojos, sino por haber logrado encontrar un código que instantes antes, instantes que parecían interminables, se me había negado a la vista y a la razón.


   Olvidé contarles que durante el tiempo que permanecí sumergido en el reloj del tiempo había una mujer cerca de mí. Era rubia, muy rubia. Sin duda alguna la conocía muy bien. Sabía quién era. En tiempos pasados habíamos tenido una relación sentimental, pero ahora la relación era diferente, muy espiritual. Ahora ella muy afanosamente me ayuda a buscar el código, el código que me solicitaba el reloj del tiempo para seguir funcionando. Solícito le pedía que me ayudase a buscar el símbolo oculto. Que utilizase sus ojos, aún jóvenes, para hallar la respuesta que no podía conseguir con los míos, viejos y agotados. De repente creí ver unos borrosos números con letras intercaladas. Eran muy pequeños. Estaban arriba y a mí izquierda en el reloj del tiempo y cuando les fijaba la vista estos se diluían, se evaporaban en fracciones de segundos y no dejaban que los pudiese leer con claridad, mucho menos interpretarlos. Aparecían y desaparecían con la misma velocidad y borrosa intensidad. Desesperado levanté mi mano izquierda y con el pulgar traté de limpiar su opacidad, su velo, pero mientras lo hacían estos desaparecían aún más rápido. Lo seguí intentando varias veces. No me entregaba. Insistía sin descanso en mí desorientada búsqueda. De pronto, exhausto y desesperado, giré los ojos y allí estaba el titilante y claro 2336 esperando a que lo viese. Estaba enmarcado en un cuadrado nácar negro. Era el marco que lo sostenía en el tiempo y en el espacio.


   Lo estuve contemplando un buen rato. Aquél incógnito 2336 no me decía nada. Absolutamente nada. Sólo era un número, grande y titilante. De pronto, mientras lo observaba vino a mi memoria la palabra parusía. ¡Qué ése sería el año de la segunda y gloriosa venida de Jesucristo a la Tierra, o sea la parusía! Con ese pensamiento rondando mi sueño desperté. Dudas e incertidumbre cabalgaban como corceles en fuga entre los pliegues de mi cerebro. ¿Qué querría significar aquél extraño número? ¿Era una revelación? ¿Un indicio de lo que ocurrirá en el futuro cercano?.. No lo sé, simplemente no lo sé.
   Días antes de mi revelador sueño, tal como lo he venido haciendo todas las mañanas durante los últimos años, estuve leyendo pequeños párrafos de la Biblia, a veces en forma aleatoria, otras todo un evangelio continuo, pero en pequeños trozos. Mi lectura siempre es corta y rápida, pero no por ello deja de ser profunda y reflexiva. El día antes de mi revelador sueño leía la segunda carta de san Pablo a los tesalonicenses, donde el apóstol y evangelista escribe sobre la segunda venida de Cristo.


   Después de despertar y durante parte de la mañana pensé en el sueño que había tenido y en aquel número que se había tatuado en mi memoria de tal forma que parecía no querer abandonarme nunca. En mis pensamientos había cierto desconcierto. A fin dar por terminado con aquello, tomé la Biblia y me puse a releer el capítulo 2 de la segunda carta de san Pablo a los tesalonicenses. Esta dice: Hermanos, respecto de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, os rogamos que no os dejéis tan fácilmente impresionar ni os alarméis por supuestas revelaciones, palabras o cartas que os induzcan a pensar que el día del Señor es inminente, por más que se os diga que son nuestras. Que nadie os engañe en modo alguno, porque antes ha de venir la apostasía (o sea el abandono de la fe cristiana, el rechazo y negación de la fe y el bautismo) y ha de aparecer el hombre de la iniquidad, el destinado a la perdición, el adversario, que se levantará contra todo lo divino y todo lo que tenga carácter religioso, hasta llegar a sentarse en el santuario de Dios (se refería al anticristo, que no es otra cosa que una fuerza de orden moral guiada por Satanás).

   No sé qué interpretación darle a todo esto. En mí sueño se reveló el vocablo parusía, o sea el momento de la segunda venida a la Tierra de nuestro señor Jesucristo. ¿Será esa la fecha? No lo sé. Quizás sólo fue un sueño, quizás una simple pesadilla. No lo sé. Quizás podría ser una premonición, quizás una revelación. No lo sé.
Diego Fortunato©

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