jueves, 28 de octubre de 2010

SUEÑOS PERDIDOS©



   Todo tiene una función y propósito en la vida. Los sueños no son la excepción. No pueden ser simples sueños, así nada más. Deben tener una explicación lógica. Sigmund Freud trató, pero se quedó apenas en el abc de los sueños. No podía ir más allá. No porque no quisiese. No pudo porque le era imposible, por más inteligente y audaz que fuera, llegar a una conclusión demostrable en el plano científico, simple y llanamente, porque en aquel entonces no se sabía nada del Genoma Humano. Todavía hoy es una aventura hablar de los sueños y relacionarlos con el ADN de cada persona. En un futuro cercano sí se podrá. Pero eso no es lo que nos ocupa hoy, sino revelar cómo funcionan los sueños y porqué.
  Al principio de estas líneas asenté que todo tiene una función en la vida y es así. El cerebro, la computadora perfecta que cada ser humano posee y la cual jamás podrá ser superada por ninguna máquina debido a que es imposible dotarla de sentimientos y emociones, sólo para citar una de las tantas razones, tiene la respuesta a los sueños.


  Los sueños no se deben a ninguna azarosa casualidad y no se proyectan a nuestra memoria onírica por arte de magia o porque, eso sea “lo normal” en un ser humano. Sería harto simplista pensar que un órgano tan perfecto como el cerebro, que cumple cien millones de instrucciones por segundo a fin de mantenernos vivos y sanos, distraiga tanto tiempo y neuronas sólo para proporcionarnos un relax mientras dormimos. Pensar que es así, más que infantil, es estúpido. Nada perfecto se puede permitir banalidades. Y el cerebro es más que perfecto.

  Les revelaré que los sueños son uno de los tantos recursos del cerebro para poder cumplir con paz, tranquilidad y sin interrupciones, sus funciones de reparación neuronal y chequeo, las cuales realiza mientras dormimos. A tal fin utiliza imágenes, situaciones, recuerdos, colores, emociones, sentimientos, pensamientos, frustraciones, miedos, deseos, alegrías y etcétera, etcétera, ya archivadas en nuestro disco duro (cerebro) y con ellas hacen una especie de “micro” que proyecta desde una porción de nuestro lóbulo frontal a fin de “entretenernos” mientras los miles millones de circuitos eléctricos, terminaciones nerviosas, neuronas, dentritas, axón y demás componentes del cerebro trabajen sin ninguna perturbación.

  Todas y cada una de las imágenes proyectadas en los sueños, o sea cuando las ondas cerebrales están en nivel Delta, nosotros las hemos visto en cualquier momento de nuestras vidas y fueron archivadas en nuestro disco duro y tomadas al azar y recompuestas en una “historia” entretenida unas veces, aberrantes en otras (pesadillas) y rebosantes de placer durante el paso de la pubertad a la adolescencia y premadurez (sueños mojados, por ejemplo).

  Los sueños recurrentes, o sea repetitivos, obedecen a algunos factores metamórficos de nuestro organismo, los cuales, de proseguir deben ser tratados por especialista. En este caso psiquiatras. Los sueños premonitorios, en cambio, se deben a condiciones especiales escritas en el ADN de la persona que los tiene. A veces pueden confundirse, otros son reales. En este último caso, la persona poseedora de esa virtud, tiene el hipotálamo más evolucionado que otros seres humanos. Dentro de miles e millones de años, y gracias a la evolución, todos los seres humanos poseerán esa capacidad. No voy a distraerme en un tratado sobre los diferentes tipos de sueños y a su fisiología. No sería tan largo, más bien corto, pero inútil en este momento. Aprovecho este paréntesis para significar que todos los libros sobre interpretación de los sueños que circulan son, simplemente, un fraude. Carecen de cualquier fundamento científico y escritos en su mayoría por charlatanes de profesión y editados por inescrupulosos mercenarios de las letras.


  Retomando la explicación sobre el archivo de imágenes y sensaciones de nuestro disco duro, recordaré, a manera de ejemplo, que el ojo humano puede captar y almacenar en fracciones de segundos cientos de miles de imágenes. Muchas de esa imágenes nosotros siquiera sabemos conscientemente que las vimos, pero sí las hemos visto y archivado sin darnos cuenta. Figúrense los miles de millones de cuadros captados por el ojo humano durante la proyección de un film de dos horas. El supuesto e insignificante trasfondo de una simple escena fílmica que representa un paisaje en la lontananza, pasa por nuestras retinas y se almacena en el cerebro. Incluso las “cosas” que no creemos haber visto, habiéndolas visto. Ahora, imagínense cuántas imágenes con todos sus miles de millones de contornos ha visto el ojo humano en apenas un año. ¿Y después de sesenta años? El disco duro del cerebro tiene capacidad ilimitada y las almacena sin ningún esfuerzo. Todos los miles de quintillones de “cuadros fotográficos” que pasaron y siguen pasando por nuestros ojos son los que conforman los sueños. Nuestro cerebro los ordena y les “crea” un argumento acorde a nuestras emociones, recuerdos y sentimientos acumulados en el subconsciente y los saca a flote mientras dormimos. Los niños, a medida que van creciendo y almacenando en su virgen disco duro sensaciones y experiencias, soñarán y recordarán sus sueños a medida que avanzan en edad y recuerdos.


  Nada es casual. El cerebro lo hace por dos motivos. Uno, como referí en líneas precedentes, para reparar y chequear sin molestias todos nuestros demás sistemas, órganos (incluido el mismo cerebro) y funciones del cuerpo. Segundo, para despejar al subconsciente de temores, frustraciones, pensamientos nocivos o utópicos, que bloquean al individuo en su devenir consciente.
  Es bueno reiterar que el cerebro prefiere trabajar en sus labores de reparación y chequeo cuando el individuo está dormido y en descanso, porque de esa forma utiliza menos energía y trabaja en forma inequívoca y más cómoda. O sea, evita malgastar una energía que podría ser necesaria para otras funciones del cuerpo humano. ¿Todavía dudan que sea una máquina perfecta?
  Los sueños nos pueden ofrecer todos tipos de sensaciones, menos olores, porque mientras dormimos el cerebro aísla adrede y por ciclos o instantes, nuestro olfato. Sólo nos hace recuperarlo en momentos de extremo peligro. Humo o una casa en llamas, por ejemplo. Los demás sentidos como el gusto, la audición, vista y tacto también son bloqueados y podrían ser recuperados por el mismo motivo que el expuesto anteriormente: peligro inminente. En ese caso el cerebro activa enseguida todos los alertas de supervivencia y sus glándulas específicas a tal fin.
  El habla, igualmente es liberadora de energía subconsciente. Cuando la persona habla dormida es porque ha acumulado demasiadas tensiones, frustraciones, miedos y etcétera, en su subconsciente y debe liberarlas de cualquier forma para que, literalmente hablando, evitar volverse loca. El hablar dormido es como abrir la compuerta de una represa para que toda el agua sobrante e innecesaria que ponga en peligro a la construcción salga sin causar daño alguno. Para el cerebro no hay sueños perdidos. Todo está controlado.
  En fin, los sueños son el resultado de un “minestrón neuronal” que van en beneficio y reparación de nuestro propio cuerpo. Cuando se logre decodificar en un ochenta por ciento (hoy apenas se ha podido llegar a algo más de un veinte) el Genoma Humano, se encontrará entre un compuesto de proteínas y ácido fosfórico los pares nucleótidos responsables de los sueños y el secreto dejará de ser tan secreto.
  Los sueños son beneficiosos para la psiquis y el comportamiento humano. Si recuerdas los sueños, estás bien. Si crees que no sueñas (todo ser humano sueña) y no recuerdas, posiblemente muchas cosas están mal en tu cuerpo a nivel psíquico y neuronal.
 Quizás todo lo expuesto ahora puede parecer un disparate. Quizás, pero recuerden que sabemos más cómo funciona el universo que nuestros propios cerebros. Y, del universo, realmente, no sabemos nada.


© Diego Fortunato

 

domingo, 24 de octubre de 2010

VIDA DENTRO DE LA VIDA©


   Bien se sabe que el cuerpo humano es un organismo rebosante de vida y que todas sus funciones son ordenadas por una súper computadora llamada cerebro, el gran ordenador y receptor de todo lo que sucede y pueda suceder en el cuerpo. Día tras día nos asombramos, y seguiremos asombrándonos por muchas décadas más, de su complejo e inexplorado poder. El cerebro es el arma más eficaz y letal que existe en el universo. Algunos lo saben, muchos lo dudan.


   Lo que todavía no se sabe es que el cerebro, mejor dicho, muchísimas de las funciones del cerebro tienen vida independiente del cuerpo humano. Esas funciones, a las que llamaré Grupo 33, recubren la masa encefálica como si se tratase de un casco de luz invisible. Está situado a escasos milímetros del cuerpo del cerebro y su masa consiste en una especie de energía muy parecida a la de la luz, indetectable aún por aparatos de alta tecnología. En un futuro podrá hacerse y estudiar los átomos que la componen. El Grupo 33 sólo responde a la energía, estímulos eléctricos y órdenes que emanen del cerebro madre, o sea la base, que está ubicada en el hipotálamo, que es el encargado, entre otras cosas, de regular su temperatura. Es vida dentro de la vida. Es decir, dentro de cada ser humano hay dos vidas: una, la del cuerpo con todas sus implicaciones, incluido el cerebro. Otra: la del Grupo 33, igualmente con todas sus implicaciones, el cual se alimenta de energía extra corporal. O sea se auto alimenta. No necesita de las funciones del cuerpo para sobrevivir, a diferencia del cerebro propiamente dicho, el cual absorbe la quinta parte de las nutrientes y energía del individuo para poder funcionar a la perfección. El Grupo 33 no necesita de eso. Se retroalimenta sólo.


   Pero, lo más sorprendente de esto, es que independientemente de que cada una tenga vidas separadas también trabajan en conjunto (Grupo 33 y cerebro-cuerpo) y en forma indisoluble. O sea una no puede existir sin la otra y, lo revelador del asunto, es que el Grupo 33 del cerebro tiene treinta y tres “comandos especiales”, de ahí su nombre, cuyas funciones son muy específicas y vitales para el ser humano.
   Esos 33 comandos especiales a su vez están formados por cientos de millones de neuronas, las cuales, trabajando ordenadamente y en simbiosis perfecta, en muchas ocasiones deciden sobre la vida o la muerte del ser humano. Me explico. Los comandos, los cuales podría comenzar por clasificar a un primero como el Comando de Destrucción, es el principal encargado y responsable de, a través de todos sus circuitos eléctricos, atacar células cancerígenas u otras anomalías en el cuerpo de la Persona Residente. Por supuesto, cumple su tarea bajo la supervisión y conexión de los 32 comandos restantes. De cómo efectúe su trabajo dependerá la vida o la muerte de la persona. Si logra descomponer y reparar las células enfermas, el individuo salvará su vida y volverá a su sanidad. Por eso es tan importante, gracias a la neuroplasticidad del cerebro, alimentarlo con pensamientos optimistas y positivos a fin de que crezcan, sí, ¡que crezcan!, nuevos grupos de neuronas y dentritas sanas en el cerebro.


   Por si no lo sabían, con cada sonrisa sincera y espontánea que el humano brinda a un semejante o cosa, nacen cientos de neuronas nuevas. Lo simple se transforma en complejo y lo complejo en simple, es el axioma que rige esta función.
   El segundo comando podríamos llamarlos Comando de Limpieza, que es el encargado de eliminar del cuerpo enfermo los detritos, todas las células dañinas ya muertas. Un tercero sería el Comando de Regeneración, que es el encargado de generar y producir neuronas nuevas y sanas en el organismo.
   Los 33 comandos del Grupo 33, valga la redundancia, se mueven constantemente y durante las veinticuatro horas del día a velocidad de la luz entre los dos hemisferios del cerebro humano en busca de cualquier desperfecto a fin de encontrarle solución. En un futuro, dentro de cientos de millones de años y gracias a la evolución, lo harán a velocidad de rayos gamma, por lo que la curación será casi inmediata.


   El Grupo 33 nunca descansa. Siquiera con la muerte física del sujeto poseedor del cuerpo. Sigue funcionando en forma estable hasta que no comience su descomposición, la cual se da por falta de oxígeno. Antes de que esto suceda, emigran del cuerpo y una porción se transforma en energía mineral y otra en energía vegetal. Y, en ese estado metamórfico, a veces vuelven a ocupar cerebros dañados o de personas enfermas con el objeto de logar su recuperación y regreso a una vida sana.
   En resumen, el Grupo 33 viene a ser algo así como el médico de cabecera del cerebro y del ser humano. Por eso es tan importante mantener una buena alimentación e, insisto, un pensamiento positivo y optimista ante la vida, porque de ello derivará un cerebro más sano y con miles de millones de neuronas en plan de nacimiento y crecimiento.
   Los 33 comandos trabajan en los dos hemisferios. Su forma de actuar es compleja. No obstante, para graficar un poco su funcionamiento pondré como ejemplo un símil cotidiano: imagínense miles de millones de autos con sus faros encendidos moviéndose de noche a altas velocidades y entrecruzándose por centenares de alumbradas autopistas, las cuales a su vez están situadas en los laterales de miles de edificios con luces intermitentes de distintos colores. Al tener ese espectro en su mente supónganse estar filmando la escena desde un helicóptero. ¿Cómo se ve?
   Para concluir, hay recordar que la neuronas, las cuales diariamente nacen y crecen por centenares de miles en el cuerpo humano, son células nerviosas que poseen la capacidad excitarse y propagar impulsos nerviosos a otra neurona. En su superficie hay regiones especiales de recepción, las dentritas, y de remisión o salida, el axón o neurita, las cuales reciben más de cien millones de instrucciones por segundo.


   Cuando una persona común y corriente totalmente sana, que no esté enferma, siente en su cuerpo irradiaciones eléctricas (fasciculaciones benignas), no se alarme. Los 33 comandos están trabajando. Están restaurando alguna anomalía encontrada en su cuerpo. Hacen el trabajo mientras usted duerme, porque es cuando las neuronas se sienten libres de otras funciones y pueden hacer su trabajo más cómodo, sin interrupciones. Prefieren trabajar, así literalmente hablando, sin que usted las moleste.
   No enumeraré la lista de todos los comandos del Grupo 33 porque sería tedioso y largo explicar. Lo importante es que se haya comprendido el principio del mensaje.
   El Grupo 33 es como su ángel de la guarda… ¡Cuídenlo!

Diego Fortunato


 

viernes, 22 de octubre de 2010

DOBLAR LA LUZ HACIA ATRÁS©


 Hoy puede parecer imposible, mañana quizás un juego de niños. Pero el reto existe. Es el misterio de la invisibilidad, el cual no se debe a ninguna ilusión óptica ni a percepción de los sentidos. El secreto de la invisibilidad está en la luz, en cómo doblar la luz hacia atrás. No es tan fácil pero tampoco difícil o imposible.
   Para comenzar tenemos que abrir nuestro cerebro, más que nuestros ojos. Entablar un diálogo con la naturaleza. Escucharla. Ella constantemente nos habla y nosotros parecemos sordos. No queremos oírla y los códigos para entender el misterio de la invisibilidad están allí. En principio hay que analizar la bioquímica de algunos insectos, peces, moluscos y ofidios para comprender y saber cómo logran su invisibilidad parcial. Extraer de sus cuerpos las enzimas y células que lo hacen posible y esto se logra decodificando su ADN. Allí está escrito no uno, sino muchos secretos, además de la “invisibilidad viva” animal. No es necesario buscar más allá del espacio. El secreto está debajo de nuestras propias narices.
   Después de ese estudio preliminar, buscaremos lograr la invisibilidad en forma total doblando la luz hacia atrás. El proceso es simple, lo complicado es transformar en sus justas proporciones algunos metamariales electromagnéticos que logran que la luz se doble tanto hacia atrás como alrededor de su misma irradiación.


   No, no es ciencia ficción, sino un hecho científico que pronto será tan irrefutable como la ecuación E=m.c², de la teoría de la relatividad de Einstein. Cobre, fibra de vidrio, oxígeno comprimido, microondas, oro, plata, cloruro de magnesio, condensación de rayos gamma, circuitos eléctricos y magnéticos, son algunos de los materiales con los que hay que empezar a trabajar. El secreto y la posibilidad de logarlo están en el ingenio humano. En descifrar cómo y en qué “piensan” esos materiales y cómo hacer que se unan sin crear caos en sus moléculas. Es el reto para domeñar la luz, doblarla hacia atrás, y hacer que nos obedezca.
   Quizás la inteligencia divina que domina el cosmos, el infracosmos, el subcosmos y todos los universos paralelos que hay más allá del infinito, haya decido que todavía no es el momento. Que hay que esperar que el ser humano evolucione. Que su conciencia y sentidos hayan alcanzado la paz espiritual de la que tanto adolece, para que las miles de utilidades que se logran al doblar la luz hacia atrás, no sean utilizadas con fines bélicos o maléficos. En fin, la solución está ante nuestros ojos.


   Cuando lo logremos, los campos de luz serán nuestra armadura invisible y no se trata de engañar al ojo, tal como hacían los famosos ninjas japoneses, sino una invisibilidad real, no un camuflaje.
   Doblar la luz hacia atrás es una realidad. Sólo resta esperar. ¿Qué harías tú si fueses invisible?... Precisamente por eso, hay que esperar.


©Diego Fortunato


 

domingo, 10 de octubre de 2010

EL ALMA DE LOS MUERTOS VAGA EN EL ESPACIO©

www.evangeliossotroc.blogspot.com




   No es una fantasía. Mucho menos una especulación. El alma, la cual no se puede ver ni pesar, ni, por ahora, comprobar en forma científica su existencia (Ver Evangelios Sotroc EL ALMA DE LOS ANIMALES y ¿QUÉ ES EL ALMA?, entre otros) es energía mutable. Eso no admite discusión.
   La mayoría de los seres humanos, católicos y no católicos, creen que sus cuerpos albergan la mencionada alma y que esta es parte de su ser, pero que al morir se esfuma, abandona los despojos mortales en forma etérea. Si es así, y ciertamente lo es, entonces no cabría la menor duda de que el alma es energía. Un tipo de energía aún desconocida por los humanos y, al ser sustancia sutil y volátil, pronto comienza a vagar por el cosmos.
   En su peregrinar por el espacio infinito esa alma, por diminuta o grande que sea, se reúne con otras almas, miles de millones de ellas, de contenido químico-físico idéntico. Al estar todas juntas forman nubes de energía pura y renovable. Un tipo de energía depurada y benigna, la cual con el tiempo y gracias a la ciencia humana, será transformada y almacenada con intenciones terapéuticas dirigidas a la sanación de enfermedad muy dañinas y para combatir virus altamente mortales que están por aparecer y azotar al planeta tierra.
   Sí, pensaron bien. Ciertamente es una energía divina. Igual a la energía que santos, ángeles, arcángeles y seres bañados por luz divina desprenden desde su coronilla y son visible a la vista humana detrás y alrededor de sus cabezas.

              
 
   Esa energía, una vez que pueda ser domeñada y controlada, servirá para conducir a la humanidad por derroteros espirituales que los hará alcanzar una Tierra Nueva, la cual ya está “anunciada” en nuestra cadena cromosómica y escrita con tinta indeleble en el ADN humano, animal, vegetal y mineral.
   En tal sentido, comenzarán a nacer por todo el orbe una nueva especie de niños: Los Niños Luz. Serán seres de una inteligencia espiritual súper avanzada y ética y moralmente alejados de los principios materialistas que desde hace miles de siglos están llevando a la humanidad hacia el despeñadero más absoluto y a su auto y total destrucción.


  Desde hace aproximadamente quince años, los Niños Índigo y los Niños Cristal han estado abriéndoles el camino a los Niños Luz. Para su aparición y revelación en la Tierra falta poco. Quizás apenas otros quince años. O, en todo caso, cuando los Niños Índigo y Cristal cumplan sus 33 años de aparición sobre nuestro planeta.
   Los Niños Luz no deberán ser vistos como seres excepcionales, sino como simples personas muy espirituales. Ellos pueden nacer en cualquier parte del mundo y cualquier madre común y corriente podrá gestarlo. Los habrá de todos los colores y razas y su anatomía será diversa entre unos y otros, pero tendrán un único denominador común: la Tierra Nueva. Entre ellos no habrá líderes ni guías. Todos serán iguales, sin importar edad ni sexo. Su misión fue escrita en su ADN mucho antes de nacer. ¿Por Dios?... Es muy posible… ¿Usted lo duda?


© Diego Fortunato