La gran masa humana no va más allá del mono o del loro
INVOLUCIÓN: REGRESAREMOS©
Muchos creen que vamos muy aprisa. Ciertamente es así. En las últimas décadas nuestro desarrollo tecnológico y científico ha avanzado a pasos agigantados. El progreso es descomunal. Eso es inobjetable. Pero existe un pero. Un gran pero que hace una abismal diferencia. Y es que no ‘vamos’, sino van. Me explico. La humanidad no ha evolucionado en su conjunto. Sólo lo han hecho algunas mentes brillantes. Sólo algunos seres humanos han evolucionado. La gran masa, el común de la gente, la mayoría de la raza humana, se ha quedado atrás, muy atrás. Otros, han retrocedido.
Sigo explicándome. El hombre común y corriente de hoy en día, que en cifras forma parte de más de seis mil novecientos noventa y nueve millones de habitantes de los siete mil y algo más que tiene el planeta Tierra, se ha quedo atrás, rezagado y a la deriva de la ciencia y los avances tecnológicos. Muchos, incluso están, mental y evolutivamente hablando, todavía en el siglo XIX y XX. Otro grupo, muy grande y extenso, sin ánimo de exagerar ni ofender, en el siglo XVIII. Los hay de los que todavía están mucho más atrás, como ciertas comunidades indígenas de Australia, Asía, África, América y Oceanía y de algunos lugares remotos de Euroasia, como los Montes Urales y la Meseta de Siberia central, por ejemplo y sólo para citar algunos. O sea, que hay una total inconsciencia de la evolución en todos los continentes, sumando también a ellos la Antártida como un sexto continente, aunque, por ahora, no exista allí población autóctona y estable y esté limitada solamente a mantener algunas bases pesqueras, militares y de exploración científica.
En fin y para ser específico, hay que puntualizar que el 99,99 por ciento de los habitantes del planeta Tierra se han quedado a la deriva de los avances modernos. Sólo saben que existen y usufructúan (o sea, emplean y aprovechan) los descubrimientos e inventos de unos pocos. De unas pocas mentes brillantes y evolucionadas. De unas mentes brillantes que están dentro del 0,1 por ciento del restante de la población, o sea setecientos mil habitantes, de los cuales cual apenas cien mil pueden considerarse verdaderamente brillantes. De ellos, sólo y exclusivamente de ellos, depende el progreso y desarrollo de la humanidad actual. Los demás son sólo fuerza de trabajo. Mulas humanas que efectúan, como máquinas, el trabajo encomendado.
Apenas una mínima, pero muy mínima parte de esos seres humanos de la gran masa que constituye el 99,99 por ciento de la humanidad, saben cómo funcionan y porqué los aparatos que usan a diario, tales como neveras, lavadoras, teléfonos celulares o normales, televisores, aparatos de sonido, microondas, computadoras, telecajeros, dvds y sin fin de un largüísimo etcétera. La gran mayoría los emplea sólo para su “desarrollo” doméstico, sin comprometer en ello ni una minúscula parte de sus neuronas para saber el porqué y cómo hacen su “trabajo”.
El humano sólo repite, tal como hacen los monos adiestrados en los laboratorios experimentales, los movimientos más elementales y esenciales para que funcione su celular, televisor o microondas, igual como el loro amaestrado repite las palabras o frases que su paciente dueño le ha enseñado. Todo es una repetición de conducta y movimientos robóticamente alienantes, donde el cerebro no funciona como la súper computadora que es, sino como un “artefacto” de ‘lecciones aprendidas’.
La gran masa humana no va más allá del mono o del loro. Se está convirtiendo en una especie de degenerado y degradante reflejo condicionado animal. Quedó cegada, casi paralizada, ante la comprensión del porqué y cómo funcionan eso “aparatitos” que se convertirán y, de hecho se están convirtiendo, en su Babeo Mental de cada día. Dicho de otra forma menos grotesca, en un virus letal que bloquea su evolución real e integral. Un virus que a la larga y genéticamente hablando, les bloqueará las neuronas de la comprensión. Un virus que convertirá la cacareada neuroplasticidad del cerebro del hombre común en un bloque amorfo sin crecimiento, que se irá deteriorando, sin chance de recuperación, día tras día, año tras año, siglo tras siglo, hasta que el ser humano vuelva a su estado primario.
Esta realidad nos lleva a concluir dos alarmantes destinos. A ese paso, si el hombre no se corrige y vuelve a estimular su imaginación y curiosidad natural e innata desde la niñez (¿recuerdan cuando de niños se les rompía un pequeño auto de juguete lo abrían para saber cómo funcionaba y buscaban repararlo? ¡Hay que volver a eso!), pronto tendremos una raza humana compuesta de eunucos mentales. Una especie de robots humanos que deambularán por la Tierra siguiendo estrictas órdenes de los amos del mundo: los señores de la sabiduría. El planeta y todo lo que se encuentre en el y más allá del espacio, será regido por las Mentes Brillantes.
Bajo ese orden de ideas no hará falta para nada gastar dinero y esfuerzos científicos en clonar humanos porque los humanos serán clones de sí mismos y, sin siquiera saberlo o imaginárselo, seguirán las directrices impuestas por las mentes brillantes, que dominan la tecnología y la ciencia. Toda la humanidad será dominada por el 0,1 por ciento de los hombres, los Señores de la Sabiduría , quienes, numéricamente hablando, no llegan siquiera a cien mil personas de la siete mil millones que hay dispersas por todo el planeta.
Ese es un escenario posible, quizás el mejor. Muy traumático y alienante, pero el menos dañino para la raza humana. El segundo es más catastrófico ya que sería la involución total. De mente, cuerpo y sociedad. Sería regresar a estadios primitivos, a la vida en comunas y tribus. Sería como un empezar de nuevo. Partir de cero y volver a comenzar. Volver a construir el desarrollo, los cimientos de la humanidad. Este se daría sólo en el caso hipotético de que por circunstancias anómalas, promovidas por la ambición y reparto de cuotas de poder (botín humano), las Mentes Brillantes entrasen en conflicto y comenzaran una guerra de exterminio entre ellos.
No, no es nada descabellado. Ya, en pequeñas y aisladas escalas, se ha dado en varios sectores industriales. En fábricas automotrices, transnacionales de detergentes, industrias lácteas y grandes consorcios que se pelean el monopolio de medicamentos y psicofármacos. Algunos de esos conflictos, con ciertas variantes manejadas muy bien por los encargados de las relaciones públicas de esas empresas, han trascendido sin su dramatismo real a la prensa. Otro no. Se mantienen en el secreto más hermético.
Pero, supongamos que a un grupo de esas mentes brillantes se le ocurre la “brillante” idea de ‘volar’ con un click de sus computadoras todos los sistemas eléctricos y de comunicaciones, incluyendo satélites, de un país. ¿Qué pasaría? ¿Ya se lo imaginaron? Y si sucede en varios países a la vez… El caos, verdad. Y luego, ¿qué ocurriría si deciden exterminarse unos a otros? ¿A dónde iría la raza humana? ¿Hacia qué despeñadero se precipitaría?... ¿Guerras y exterminio total? Y cuando acaben, con qué nos quedaríamos. ¿Arcos y flechas nuevamente?... Al irse los cien mil de la sabiduría con ellos se iría el conocimiento humano alcanzado hasta ahora y nosotros regresaríamos, en menos de un decenio, al primitivismo ancestral.
Por ahora, dejemos de pensar en qué podría ocurrir. No es lo fundamental en este preciso instante. Lo importante y urgente es no quedarnos sentados viendo como el desarrollo nos pasa por encima, sino palparlo, absorberlo, comprenderlo y digerirlo en toda su magnifica esencia. De otra forma, volveremos a las cavernas. ¿Es lo qué quieren?
ATENCIÓN!... ¡ATENCIÓN!
No se lo pierda
el texto completo de la novela URL, EL SEÑOR DE LAS MONTAÑAS, epopeya fantástica tan premonitoria con las obras de Julio Verne, donde se delinea el dramático destino que le tocará vivir a Venezuela. Como abreboca, abajo una pequeña sinopsis de la novela
SINOPSIS
En una de las más fascinantes epopeyas contemporáneas, Url, El Señor de las Montañas, un ser dotado con poderes divinos, libra feroces batallas al lado de sus guerreros para salvar a su nación de las garras de La Fuerza del Mal, comandadas por el sanguinario dictador Adolfo Láchez, quien posee un entrenado y bien armado ejército de más de un millón de hombres. Para enfrentarlo, utiliza los poderes de El báculo de la Esperanza , un poderoso madero de gran fuerza destructiva que le fue legado por El Creador. Katria, una bella ex modelo, Longar, el soldado negro, Hatch, el guerrero petrolero y Kunato, el japonés estratega, son algunos de los héroes Libertarios que luchan a lado de Url en unas inhóspitas montañas enclavadas en La Cordillera de la Costa. El día de La Batalla Final , ocurrirá un acontecimiento que hará estremecer de miedo hasta a los más fieros guerreros.
© Diego Fortunato